jueves, 7 de noviembre de 2013

Noches de Feria 4


¡Hey, buscadores!

He estado unos días sin colgar nada nuevo en el blog porque después del especial de Halloween necesité un pequeño relax, jajaja. Además como subí la historia toda de golpe el mismo día, supuse que tendríais bastante que leer. Pero no me he olvidado de nuestra cita en cierta feria, así que hoy vuelvo para traeros la cuarta parte de Noches de Feria ^^

Hagamos memoria... En el último capítulo, Nataly y Tom se despedían después de pasar un rato juntos entre canciones y brownies con helado. Nataly desaparecía por el parque y Tom regresaba a su puesto de peluches y descubría que su nueva amiga se había olvidado su bolso, así que corre a buscarla para devolvérselo.  Pero además, os dejé una interesante pista visual en la que parecían verse unos coches de choque... Algunos me habéis dejado comentarios con vuestras hipótesis sobre lo que puede significar. Sin más esperas, os presento la cuarta parte.

Espero que os guste ^^

                          4.                                                                                                                                                                                                                                                                               

Nataly paseaba de nuevo por aquel parque que parecía una feria, pero lo hacía de un modo totalmente distinto a como lo había hecho unas horas antes. Si alguien que la hubiese visto llegar allí tan triste, la viera ahora, le habría costado asegurar que era la misma. A ella también le costaba creer que fuera el mismo sitio.

Se había alejado de la zona más comercial, donde estaban los puestos de juego, los restaurantes, las tiendas de regalos y de todo ese jaleo humeante y ensordecedor de los que gritaban para atraer clientes y los que se lamentaban por perder el dinero. Y se había adentrado en la zona de las atracciones. El cielo estaba plenamente iluminado por los carteles luminosos y las luces de colores. Los mecanismos de las maquinas eran atronadores, aunque no más que los gritos y las carcajadas de la gente que disfrutaba subiendo, bajando y siendo puesto boca abajo. Pero nada de eso la molestaba. En su mente y en sus oídos cuanto oía era la canción de Tom, incluso se descubría canturreando algo de la letra por lo bajo cuando la gente que caminaba hacia ella se le quedaba mirando, extrañada. Pero ella, apretaba el osito que llevaba en las manos y seguía adelante.

No era extraño, al menos en ella, esos cambios de humor tan extremos. Su temperamento era así. Se veía invadida por sentimientos tan fuertes y potentes que la dominaban, pero que no duraban demasiado. Suponía que era por eso por lo que casi nadie la tomaba en serio, ni siquiera cuando estaba triste. Todo el mundo pensaba que si al cabo de un rato se le iba a pasar, no podía ser tan malo.

Pero ella sospechaba que el hecho de que sus emociones fueran  tan efímeras provocaba que fueran increíblemente intensas y por eso no podía controlarlas. No sabía por qué le pasaba, pero lo tenía asumido. Lo peor era que no podía hablar de ello con nadie, porque no soportaba que se burlaran de sus sentimientos. Había aprendido a guardárselo todo para sí hasta tal punto que ahora, aunque quisiera compartirlo, no era capaz. Y eso era lo que le había pasado con Tom: no había sabido explicarle lo que le ocurría de verdad. Incluso cuando él había conseguido hacerla sentir más comprendida de lo que jamás nadie había logrado. ¡Y ni siquiera la había atosigado con preguntas! Nataly había sentido que la comprendía al instante sólo con mirarla.

Intentaba ser realista y recordarse a sí misma que no hacía ni dos horas que le conocía. Todo lo que los unía era un momento un tanto extraño e incómodo junto a las pistolas de agua, una charla agradable y una canción. Y por eso sabía que la emoción que recorría su cuerpo era peligrosamente prematura y si Nataly hubiese sido una de esas personas templadas que poseen un completo dominio de sus emociones, habría echado el freno de inmediato.

Pero ella no era así.

Sus sentimientos eran como los fuegos artificiales: prendían con rapidez, y ascendían y ascendían hasta lo más alto donde explotaban iluminando todo, para consumirse igual de deprisa. Eran incontrolables, fueran del tipo que fueran.

La gran conexión que había sentido con ese chico era en lo único que podía pensar mientras paseaba entre las interminables colas de visitantes. Así fue hasta que algo llamó su atención.

Al principio, no lo entendió. Incluso creyó que se confundía con otras personas. Los que ella miraba no podían ser los que creía que eran porque… ¡No podían estar allí! Mas sí que eran ellos. Estaban a unos cuantos metros de distancia, en los últimos puestos de una inmensa cola que esperaba para subir a una montaña rusa de madera de color rojo, con un enorme diablo en el cartel.

Se quedó paralizada, mirándoles. Y comprendió de golpe lo que estaba pasando, como si un rayo la hubiese fulminado llegando hasta su cerebro. Sintió que los brazos se le resbalaban y quedaban colgando alrededor de su cuerpo como dos apéndices inútiles. Un aire frío y enfermizo empezó a abrirse paso por su cuerpo provocándole un malestar que infectó cada centímetro que iba dejando atrás. ¿Qué debía hacer? ¿Debía acercarse a ellos y decirles…? ¿Qué? ¿Qué les diría?

Al final no hizo falta que ella se decidiera porque fueron ellos los que se movieron. Al parecer no tenían intención de esperar semejante cola y comenzaron a alejarse, justo en su dirección.

Nataly dio un respingo y se giró en un impulso. Miró a todas partes y corrió hacia una taquilla vacía de otra atracción. Un par de desconocidos se colocaron tras ella, tapándola un poco. Y ellos siguieron su camino sin verla. Rodearon la cola y enfilaron el camino contrario, pero entonces se detuvieron. Formaron un corrillo a pocos pasos de ella y se pusieron a conversar animadamente.

-¡Maldición!- masculló Nataly por lo bajo, mientras intentaba taparse con el osito de peluche.

-¿Desea una ficha?- le preguntó una voz.

Al otro lado del cristal de la taquilla donde se había puesto había un chico pelirrojo con el rostro pálido, arrasado por un acné muy cruel. Nataly se sintió momentáneamente confusa por la pregunta.

-¿Qué?-

-Una ficha. Para montar en los coches…- Nataly miró un poco más allá y vio los coches de choque. La sospecha creció en los ojos del chico. Debía pensar que estaba loca.- Quiere subir… ¿Verdad? Si ha cambiado de opinión, tendrá que abandonar la cola.-

-¡No!- exclamó, nerviosa. El chico dio un respingo abriendo más los ojos. Ellos seguían allí parloteando y riendo, pero no podían verla.- Sí que quiero una… ficha, por favor.- El pelirrojo asintió y rebuscó en su mesa sin dejar de mirarla, parecía temer que si le quitaba los ojos de encima ella aprovecharía para atacarle o algo así, a pesar de la protección del cristal.

-10 euros, por favor- le indicó. Nataly fue a echar mano de su bolsito que siempre llevaba en la mano derecha pero éste no estaba. Había desaparecido. ¡Lo había perdido! Y con él todo el dinero, el móvil, su carnet…

-Oh no…-

-¿Ocurre algo?- miró al chico, que ya no estaba asustado, aunque aún había sospecha en su expresión. -¿Acaso no tiene dinero?-

-Ahm…- Nataly giró la cabeza, pero la gente de la que intentaba huir seguía estando allí. Rebuscó en los bolsillos de su chaqueta y en uno de ellos le pareció palpar algo.- ¡Sí, sí tengo!- sacó el billete colorado y lo coló por debajo del cristal. El chico le pasó la ficha y le deseó un buen viaje, algo que Nataly no entendió del todo.

Se apresuró a cruzar el arco de entrada donde se unió a una segunda cola de personas que esperaban para subir a los coches en cuanto el turno anterior terminara. Desde su nueva posición comprobó que aunque ella seguía viéndoles, ellos ya no podían descubrirla, así que al fin pudo respirar aliviada.

Eso le dio algo de tiempo para intentar comprender por qué había reaccionado así.

Ellos estaban allí y Nataly sólo entendía a medias lo que eso significaba, pero seguía sin explicar por qué había sido ella la que se estaba escondiendo, cuando en realidad ellos la habían engañado. En el caso de que se hubieran encontrado, ellos habrían sido los avergonzados y los que tendrían que haber dado explicaciones.

Se había asustado porque al verlos, instantáneamente imaginó un terrible conflicto y ella no sabía cómo enfrentarlos. Y mucho menos esa noche. A pesar de todo, se sintió una imbécil y una cobarde por haberse escondido… ¡Y encima en los coches de choque! Nataly odiaba esa atracción, se le daba fatal conducir. La última vez que lo había intentado, había acabado dando vueltas en el centro de la pista incapaz de recuperar el control del coche.

Miró el osito de peluche que aún llevaba y aunque el rostro de Tom acudió a su mente con una sonrisa, no la consoló. Descubrió con fastidio que la tristeza estaba reptando lentamente hacia ella para volver a dominarla, como si sólo hubiese estado dormida y ahora hubiese despertado de nuevo.

Se atrevió a mirar una vez más y no los vio. Ya no estaban, se habían ido de allí. Así que no la habían visto… o quizás sí pero no les apetecía hablar con ella. En cualquier caso, ya no había motivo para que ella se quedara.

-Buenas noches, preciosa- Una nueva voz, sugerente y aterciopelada, surgió frente a ella. Otro chico la miraba, apoyado en la entrada de la atracción con la mano extendida hacia ella.- ¿Me entregas tu ficha, por favor?-

Nataly tuvo que bajar los ojos un instante para reaccionar. Al otro lado, vio los coches de vivos colores, resplandecían con una invitación silenciosa.

-Yo… creo que he cambiado de opinión- dijo ella. Tenía un mal presentimiento creciéndole por dentro.- Mejor me voy.-

Cuando iba a salir de la cola, aquel chico se anticipó colocándose delante de ella de nuevo.

-¡No puedes irte después de haber llegado hasta aquí!- le dijo.- Además, los coches de choque son la atracción más divertida del parque. Y el modo perfecto de liberar tensión.-

Eso debería haberla convencido definitivamente para huir, porque en esos momentos, Nataly estaba soportando más tensión de la que ella misma sospechaba.

-Es que lo de conducir no se me da muy bien- intentó explicar ella.- Es probable que acabara provocando un accidente con heridos, lloros y ambulancias de choque…-

El chico se rió pensando que bromeaba, cuando no era así en absoluto.

-En ese caso no te preocupes, preciosa- le aseguró guiñándole un ojo.- Que yo acudiré en tu ayuda.-

Le cogió la ficha de la mano y no hubo más que hablar. Le cedía el paso con una sonrisa tan arrebatadora que Nataly no se sintió capaz de negarse una vez más.

Atravesó el umbral y sus pies pisaron ese extraño suelo que era una mezcla de metal y goma, con el osito apretado a la altura del pecho. Se sentó en el primer coche vacío que vio, de un intenso color azul celeste con un siete naranja pintado en los laterales. Se acomodó en el asiento que estaba frío y húmedo ( intentando no preguntarse por qué) y, después de dejar al osito entre sus pies, trató de ponerse una especie de tira de tela con belcro que hacía la función de cinturón. Se pasó la correa por la cabeza pero cuando intentó ajustárselo descubrió que la hebilla estaba rota o atascada, así que le quedó colgando alrededor de la cintura.

-Genial…- murmuró. Aquel no era un buen augurio.

Se aferró al volante pero las manos le temblaban ¿Por qué volvía a estar nerviosa? Escuchaba los latidos de su corazón como tambores de guerra en sus oídos, pero estos fueron acallados por el potente pitido que indicaba que el viaje había comenzado.

Nataly dio un respingo al tiempo que su coche se puso en marcha. Salió disparado, como propulsado hacia adelante, directo hacia un coche verde moco de un chaval que llevaba unas gruesas gafas de cristal vidrioso. Nataly giró el volante de golpe y logro esquivarle por los pelos, aunque soltó un ridículo gritito a causa de la sorpresa.

El coche no se detuvo tras superar la primera amenaza de colisión, así que la chica maniobró como pudo salvando dos nuevos choques, a sabiendas de que ese no era en ningún caso el objetivo de la atracción. Aunque por supuesto, no logró escapar a todos ya que no era tan diestra al volante. Lo único que la animaba era seguir manteniendo el control y no estar dando vueltas sobre sí misma.

Cuando se hubo acostumbrado a los golpes, los gritos y las persecuciones del resto de conductores, la mente de Nataly quedó liberada y ésta regresó al asunto que le había llevado hasta ese coche. Sólo que la tristeza que pudo haber sentido en un primer momento casi había desaparecido o más bien, se había apartado para dejar espacio al enfado. No sólo estaba molesta por lo que ellos la habían hecho, sino también porque le habían robado la alegría que Tom le había brindado. Además estaba molesta consigo misma por no haber sabido afrontar la situación del modo correcto.

Sin darse cuenta, Nataly empezó a apretar más el volante, a pisar más el acelerador y en lugar de esquivar la mayoría de las colisiones, se lanzaba contra ellas con el ceño fruncido y el corazón palpitante, imaginando que eran ellos los que conducían los otros coches. Hubo un momento en el que incluso le pareció que se divertía, a pesar de que el pobre chaval de las gafas (quien se estaba convirtiendo en su víctima predilecta) la miraba con cierta angustia como preguntándola por qué. El problema fue que, debido a la emoción, Nataly se topó en el camino de una chica rubia con mechas naranjas en el pelo, que montaba un coche rosa chicle de una tonalidad tan fosforescente que le resultaba imposible mirarla fijamente, lo cual era un verdadero problema. No sabía que había hecho para que la tomara con ella, pero esa chica ya la había golpeado tres veces o cuatro, no estaba segura porque el resplandor de su carrocería la confundía justo antes de la colisión.

A pesar tenerla vigilada, se despistó un momento cuando sintió que su coche perdía velocidad. Arrugó la nariz mirando al resto de coches pero ninguno parecía tener problemas. También sintió una extraña vibración en el volante.

-¿Qué pasa?- se preguntó, extrañada. Cuando parecía que el coche se detendría del todo, ocurrió justo lo contrario: aumentó la velocidad  y cruzó la pista en un solo segundo.

Nataly anticipó el tremendo golpe que iba a darse contra la valla e hizo fuerza con los brazos apoyados en el volante para intentar no herirse, pero entonces, se le cruzó un cochecito amarillo llevado por un par de niños y al verlo, dio un volantazo para no chocar. Su coche se deslizó hacia la derecha y cuando miró en esa dirección, lo que vio fue el resplandor rosado de la muerte precipitándose hacia ella de forma letal, y a la rubia a los mandos, soltando una carcajada feroz con la boca de par en par. Y entonces, Nataly supo que iba a morir.

El impacto se produjo en el morro de su coche y fue tan violento que éste salió impulsado y dando vueltas sobre sí mismo. No podía ver nada más que borrones luminosos a su alrededor mientras giraba y giraba a una velocidad tal que incluso el aire le hería los ojos, así que los cerró. Con lo cual, no pudo ver el choque de su coche contra la valla protectora, pero lo sintió en todo su cuerpo. La fuerza la empujó hacia delante y el cinturón demasiado holgado no la sujetó a tiempo, así que su cabeza acabó golpeándose contra el volante.

Aunque el dolor se repartió por todo su cuerpo, se concentró especialmente en su cabeza y en su cuello, por lo que permaneció tendida sobre el volante, confusa y desorientada, hasta que un nuevo pitido la trajo de vuelta a la realidad. Y una estúpida sensación de orgullo afloró en su mente apaleada: el viaje había terminado sin que su coche se pusiera a dar vueltas descontroladas por sí mismo.

Muy despacio, consiguió incorporarse con la visión nublada una vez más. La frente le dolía terriblemente, así que se llevó una mano allí donde parecía retumbarle todo y notó algo extraño. Se miró la mano, y a pesar de las sombras que aún enturbiaban sus ojos, identificó la tonalidad rojiza. Y supo lo que significaba.

¡Estaba sangrando!

-Ay no…- masculló, asustada. El cuello le ardía como si tuviera sobre él un metal al rojo vivo.

Cerró los ojos otra vez y al abrirlos, vio que una figura aún un poco borrosa, se acercaba a ella corriendo.

-¡Ey, preciosa! ¿Estás bien?- preguntó una voz.- Vaya, tenías razón guapa: los coches de choque no son lo tuyo.-


¿Qué os ha parecido? ¿Alguien se atreve a interpretar lo que ha pasado? Dejadme vuestros comentarios y en breve os responderé. Nos vemos pronto, buscadores.

¿Real o ficticia?
 
 

6 comentarios:

  1. A mi tampoco me gustan los coches de choque.
    Pero quienes son esos que estaban en la feria...seguro que unos malos amigos que la habían dejado colgada, que mala gente...y que poco corre Tom que no la ha encontrado a Nataly en este capitulo?
    Bueno esperemos que aparezca para curarle lo herida y lo que haga falta.
    chaoo

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    1. Buenas!
      Yo tampoco soy muy partidaria de los coches de choque ¬¬ creo que es un malvado invento de los feriantes para desorientarnos y que nos gastemos más dinero en los parques de atracciones. Además que a mí me pasa un poco como a Nataly, pierdo el control y me pongo a dar vueltas como una loca...
      La identidad de esa gente que Nataly ha visto es secreta por ahora, pero todo se sabra! Y Tom sí que corre, lo que pasa es que el parque es grande y su sentido de la orientación entre tanta luz y ruido pues... en fin, hace lo que puede.
      No preocuparse que ella tiene quien la cure y pronto lo leereis!
      Nos vemos ^^

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  2. Pobre Nataly!!! Todos son penas!! No me imagino quién será la rubia del coche rosa, alguien que no quiere ser su amiga, seguro...Esa gente que ha encontrado en la feria no va a traer nada bueno, ya veremos si se encuentra con ellos más adelante o no... Un abrazo..

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    1. ¡Lo sé! Esa chica es como un imán para las desgracias, pero no en plan Bella!!! No es que sea una torpe descoordinada, es que tiene mala suerte, jajaja.
      Ya se sabe como se pone la gente en esos cochecitos, nos volvemos locos todos. Como es el único sitio donde cometer un accidente de trafico no es delito...
      Esta tarde colgaré la siguiente parte de noches de feria así que no preocuparse!^^
      Nos vemos, buscadora rudimara ^^

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  3. Buenas!!^^
    Echaba de menos pasarme por aquí:( Pero aquí estoy de vuelta muahaha!
    Nataly no gana para disgustos...qué mala leche al meterle el golpe con el voltante! Pobrecilla joe.
    Esa gente que ha encontrado en la feria...hmm, tengo varias teorías! Pueden ser sus padres, ya que tenía un problemilla por ahí, no??? O quizás unos amigos que la hayan dado de lado...o gente con la que se haya metido en líos! Aish, no sé, tendré que ver si en el próximo capítulo descubro quiénes son! Me ha picado mucho la curiosidad!!!!!
    Respecto al chaval de la taquilla, menudo paquete, se nota que no es de Reward! Ese se ha colado ¬¬! Mira que asustarse de Nataly, con lo maja que es...(siempre y cuando no se convierta en una malvada glaistig jajaja).
    He echado de menos a Tom...pero el chico que le ha recogido las entradas tiene que ser de Reward, seguro, clarísimo!!! Apuesto a que es Nate...¿quizás? Por su "preciosa", lo presiento!!
    Y lo que ha pasado en la pista...he de confesar que a mi me encantan los coches de choque, son mi atracción favorita XDD. Me lo paso genial! Aunque veo que a ti no mucho...no les haces muy buena publicidad jajaja! Nataly me parece que no va a querer montarse en uno durante mucho tiempo...¿pero bueno qué ha sido eso? La chica de las mechas parecía que tuviera poderes o algo así...quizás sea una brujilla en plan Lady Cupcake!! Y ha manipulado el coche de nuestra Nataly...?? Aún así me pregunto qué le psaba para tomarla así con ella!
    Voy a pasarme a por el próximo capi jijij!

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  4. ¡Hola!
    Los buscadores también te echábamos de menos, así que las puertas sempre estarán abiertas a tus comentarios!^^
    Es cierto que Nataly no está teniendo una buena visita a la feria... xro vamos que lo esta sorteando bastante bien por ahora. Jajaja
    Me gustan tus teorías, aunque sempre pones tantas que casi siempre aciertas con alguna! jajaja, no digo que esta vez sea una de esas... o sí... no sé, tendrás que esperar para saberlo.
    Ya, el chaval de la taquilla... bueno, Reward solo son cinco! así que no todos lo que salgan serán uno de ellos, y como tu bien has dicho... se le veía demasiado paradito para ser uno de nuestros chicos. Con el de las fichas... no te digo yo que no sea uno de ellos. Y apuestas por Nate ¿eh? Ya se verá.
    Es verdad que se echa de menos a Tom cuando no esta, pero también hay que conocer a los demás, jajaja.
    Nos vemos pronto, señorita Inestable ^^

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