Noches de Feria 14

¡Muy buenas, buscadores!

Aquí vengo para dejaros una nueva entrada de nuestra historia sobre ferias, parques y mocos verdes. Seguro que gracias a eso todos recordáis lo que pasó la última vez que supimos de Nataly y los chicos Reward.

He leído por ahí que estáis deseando conocer a Zonc, el único miembro de Reward que falta por dar la cara. Bueno, ya sabéis en qué atracción trabaja gracias a la pista visual y hoy hará acto de presencia, aunque será breve descubriremos bastantes cosas sobre él.

Nos vemos pronto con una nueva entrada y mientras tanto, dejarme algún comentario aunque sea para meterme prisa para la próxima entrada.

Hasta pronto buscadores ^^

Según se acercaban a la atracción en cuestión, Nataly notó que empezaba a sentirse mucho mejor. Incluso más animada de lo que habría esperado sentirse después de la conversación con su madre. Pero, tuvo un pálpito de peligro al distinguir a lo lejos a lo que se aproximaban.

Era la maquina más alejada de todo el parque. Tanto así que estaba rodeada por una extensión de hierba, semejante a un campo abierto o un parque de ciudad donde la gente va a correr y a sacar a sus perros.

Justo en el centro había algo que desde lejos parecía una enorme seta iluminada por millones de bombillitas. Éstas también estaban sobre la valla que rodeaba la seta, como si flotaran en la oscuridad a su alrededor en un bosque encantado.

Cuando se acercaron más, vio las cadenas que colgaban del capuchón de la seta hasta el suelo, y después vio las sillas metálicas al final de dichas cadenas. Ahí fue cuando Nataly se paró y empezó a negar con la cabeza. En la misma entrada.

-No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no- repitió sin cesar. Dirigió su atemorizada mirada hacia Matt y siguió negando.- No, no, no ¡Matt! ¡No pienso subir ahí! ¡No, no, no, no, no, no!-

El chico arqueó las cejas.

-Vaya, esos son un montón de “noes”, Nat ¡Sólo son las sillas voladoras! Nadie se ha caído nunca de…- Se interrumpió sin despegar sus ojos de ella y torció la cabeza.- Está bien, tienes razón. No tendrías ni que acercarte a una atracción como ésta, pero, supongo que estarás a salvo mientras te quedes en el suelo.-

Ni siquiera eso le pareció una buena garantía de seguridad, por lo que Matt prácticamente tuvo que empujarla para que traspasara la valla. No podía apartar la vista de esas sillas, que en lo más alto del cielo negro, giraban sin parar.

-¡Zonc! ¡Zonc!- llamó Matt a su lado.- ¡Ah! Ahí viene- Pero Nataly estaba muy ocupada siguiendo el movimiento circular de esas piernas que se agitaban de un lado a otro por el aire, como un pececillo retorciéndose en el suelo.- ¡Eh, tío! ¿Cómo va la noche?-

-Bastante bien ¿Y la tuya?-

-Yo no puedo ser tan educado como tú, colega-

A Nataly se le encogió el estomago al ver a una chica que lanzaba alaridos entre carcajada y carcajada. Su silla se movía tan violentamente, que su cara desaparecía continuamente entre sus cabellos desordenados, como si se ahogara en ellos.

-Ey Zonc, esta es Nataly- Entonces, sintió la mano de Matt en el hombro.- Nat, éste es Zonc.-

Apartó la mirada del cielo y la posó sobre el chico que tenía frente a ella y en un instante la atracción, el absurdo mareo que había adquirido por mirarla tan fijamente y el pálpito de peligro, se desvanecieron.

-Ho… hola-

Le tendía la mano y ella la cogió con un leve temblor.

-Encantado-

-Yo… encantada… también-

Sabía que había sido tonto, pero no fue realmente consciente de lo que había dicho.

Si Nate era el divertido y Jack el encantador, estaba claro que Zonc también tenía una cualidad muy particular en el grupo.

Zonc era EL GUAPO de Reward.

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Había un lugar en el parque que, más o menos, quedaba a una distancia intermedia entre la zona donde se encontraban la mayoría de las atracciones y la dedicada a los puestos de comida, peluches y recuerdos.

Y justo en ese punto, había una de esa maquinas con un mazo que los chicos jóvenes golpeaban contra una superficie conectada a un medidor de su fuerza. Y era conocida precisamente así: La Maquina.

Los chicos Reward sabían que no podían fiarse demasiado de los veredictos de dicha maquina porque también pertenecía a Bossy, lo que podía significar que o bien estaba trucada para que hasta un niñito de dos años se sintiera como Hércules durante un segundo; o bien estaba en mal estado como casi todo lo que dependía de su jefe, en cuyo caso, podría pasar que hasta el más leve balanceo del mazo te acabara sacando un ojo.

Aún así, y debido a que los chicos formaban un grupo muy temerario, habían adoptado la costumbre de reunirse en torno a La Máquina cuando sus turnos acababan o simplemente si tenían un descanso largo.

No había ningún motivo especial para ello, era una de esas cosas que surgen sin más, de un modo natural, pero que a base de repetirse se acaba convirtiendo en una tradición.

Así que cada vez que alguno de los cinco tenía un rato libre, se dirigía hacia allí, porque rara vez no coincidía con algún amigo.

A Tom sólo le faltaba una hora para terminar aquel horrible turno. Parecía tan poco y a la vez sabía que la última hora era la peor. Tener a la vista la libertad, a veces sólo conseguía hacer que el camino pareciese más largo. Y especialmente esa noche, cuando bajo la luz de aquella libertad veía el rostro de Nataly una y otra vez.

Sentía una voraz urgencia por ir a buscarla, pero por fin su racionalidad se había impuesto y le obligó a esperar. A esperar una hora más. No parecía que fuera para tanto.

Pues era mucho peor.

Bossy volvió a pasarse por su puesto, pero por una buena suerte que Tom no estaba seguro de merecer, ocurrió minutos después de que él hubiese regresado. En parte, el hecho de haberse librado del despido por tan poco era lo que le hacía comportarse con más responsabilidad.

Y cómo no podía marcharse a donde realmente quería ir, al menos decidió aprovechar su último descanso para visitar La Máquina del mazo y comprobar si por casualidad había algún amigo allí.

Tom seguía de suerte. Según se acercaba, distinguió dos figuras, una apoyada en uno de sus laterales y la otra, moviéndose a su alrededor mientras hablaba y jugueteaba con el mazo.

-Vamos a ver Nate… ¿Piensas decírmelo o no?-

Como era habitual, Jack usaba un tono exasperado con el joven, por lo que Tom dedujo que ya debían llevar hablando un buen rato.

Nate retorcía el mazo entre sus larguiruchas manos haciéndolo resbalar una y otra vez hasta el suelo.

-¡Es que no puedo! Lo he prometido- murmuró. Se llevó el mazo a la cara, apoyando en él su frente, giró el rostro asomando un ojo como si espiara tras una puerta semi abierta.- Aunque es buenísimo…-

Jack echó un vistazo a su reloj y bostezó.

-Mira Nate, o me lo cuentas o no lo haces, pero deja de marearme ¿Quieres? Ha sido un día muy largo-

Su voz sonó totalmente carente de emoción o curiosidad y eso ofendió mucho a Nate.

-¡Oye que también he tenido un día muy duro!- exclamó llevándose el mazo al hombro y levantando la barbilla.- No sabes la de problemas que he tenido que resolver… y que no te puedo contar.- añadió de nuevo misterioso.

-Vaaaaale-

Tom se acercó a ellos sonriendo por lo bajo.

-Hola chicos- saludó.

-¡Hombre, Tomasín!- dijo Nate, al tiempo que Jack le hacía un simple gesto de cabeza.

<<Entre amigos no hay lugar para los “holas”>> pensó Tom sacudiendo la cabeza.

-¿Dónde está tu novia? ¿Has vuelto a perderla?- preguntó Nate.

-Si te refieres a Nataly, no es mi novia- aclaró Tom en primer lugar.- Y tampoco es una niña de dos años ni mi mascota. No se me pierde.-

-Pero ¿Dónde está?- preguntó Jack.

-Tuve que dejarla con Matt porque tenía que volver a mi puesto y ella dijo que no quería causarme más problemas.-

-Que considerada- Sus amigos le miraron al instante y Nate sacudió su sonriente rostro.- ¡Lo decía de buenas!-

-En fin…- continuó Tom-… supongo que seguirá con Matt en el tren del terror.-

Entonces, Tom captó la mueca burlona de Nate antes de que éste hablara, cuando alzó sus ojos verdes tras él y éstos brillaron con la luz de una farola.

-Creo que te equivocas, Tomasín…-

Sin tiempo para girarse, la voz de Matt resonó a su espalda.

-¿Qué pasa pandilla de vagos? ¿Otra vez escaqueándoos del curro?- Intentó imitar el tono áspero y severo de Bossy, pero la voz de Matt era demasiado fina y sonó como si un niño intentara reñirles.

-¿Y tú qué?- le atacó Nate.- ¿Acaso eres un holograma en 3D y sigues currando en estos momentos?-

-¡A ti iba a venir a verte si pudiera estar en dos sitios a la vez!-

Se avecinaba una de las veinte o treinta discusiones absurdas diarias que se iniciaban entre los dos amigos sin ningún motivo en concreto. Por eso eran absurdas. Tom lo sabía (y también Jack, quien aprovechó para sacar su móvil y twittear un poco), así que se adelantó antes de que la cosa fuera a peor.

-¡Matt!- exclamó para llamar su atención. El susodicho le miró.-¿Dónde está Nataly?-

-¿Tu novia?-

-No es mi novia…-

-¡Claro que lo es, Tomasín! Le pone ojitos y la deja escuchar sus canciones de amor…-

-Nate, no seas crío- intervino Jack sin levantar los ojos de la pantalla del móvil.

-¿Dónde está?- volvió a preguntar Tom mirando a Matt.

-A ver… hubo un problemilla con el tren y Nat…-

-¡Uhhh! ¿Qué hizo? ¿Qué hizo?- le interrumpió Nate, de pronto muy interesado. Soltó el mazo de golpe y se abrió camino hasta el chico del pelo rosa.- ¡Vamos! ¡Suéltalo! ¡Seguro que fue genial!-

Por el contrario Tom sintió un retorcijón en el estomago.

-¿Nataly está bien?- preguntó al instante.

Jack se guardó el móvil y también se acercó a ellos con una mirada muy seria.

-A ver tíos ¡Tranquilos! ¡Pues claro que Nat está bien!- les dijo un poco abrumado.- Es sólo que… todavía no sé cómo, acabó cayéndose en uno de los tanques de moco verde del castillo.-

Tom y Jack permanecieron en silencio, pasmados, aunque la reacción de Nate fue tan intensa que apenas se notó. Al tiempo que soltaba un agudo chillido de sorpresa, se atragantó con el torrente de carcajadas que convulsionaron su delgaducho cuerpo. Los demás pensaron que se ahogaba hasta que por fin, rompió a reír con tantas ganas que acabó cayendo al suelo.

Tom desvió la mirada de él sin saber que pensar, aunque cuando miró a sus otros amigos descubrió que ambos sostenían una sonrisa vacilante.

Nate parecía incapaz de dejar de reír, así que le ignoraron.

-La llevé a la caseta de las entradas para que se secara y le dejé mi sudadera porque estaba empapada…-

-¡Claro! ¡¿Cómo iba a estar?!- logró decir Nate en un hueco entre carcajada y carcajada. Se puso en pie y por fin la risa comenzó a remitir.- Ay Taly-Poty…- suspiró por el esfuerzo mientras se enjugaba las lágrimas de los ojos.

-¿Taly-Poty?- repitió Jack, confuso.

-¿Qué pasó después?- quiso saber Tom.

-Pues…- siguió Matt.-… tenía que terminar de arreglar lo del tren y después de lo del moco…- Nate volvió a interrumpirle con un amago de risa, pero estaba agotado.-… no me pareció buena idea que se quedara allí.-

A Tom le golpeó un extraño vértigo, como si de pronto estuviera al borde de un precipicio.

-¿Se ha ido a casa?-

-¿A casa? ¡No, no creo que quisiera volver allí después de lo que le ha pasado!- dijo Matt.

Tom dio un respingo. ¿Lo que le ha pasado? ¿Nataly le había contado eso tan malo y secreto que le había ocurrido antes de conocerla? ¿Y por qué había preferido contárselo a Matt y no a él?

-La llevé con Zonc- añadió Matt, ajeno a todas las preguntas que poblaban la mente de su amigo. Y precisamente, esas palabras despejaron todo lo demás de un modo perturbador.

De pronto Tom ya no se sentía al borde del precipicio, se había caído por él.

-¿Qué?- murmuró a pesar de haberlo oído.- ¿Con Zonc? ¿Nataly está con Zonc?-

-Sí…- contestó Matt, ahora dudoso por su expresión.- Como él termina antes que nosotros, pensé que era una buena idea.-

Sólo Matt parecía no darse cuenta de lo que había hecho, esta vez ni siquiera Nate se atrevió a reír.

-¿A qué vienen esas caras?- preguntó, visiblemente incómodo por el silencio de los otros.

Jack se adelantó para responder.

-¿Cómo se te ha ocurrido llevar a Nataly con Zonc? Ya sabes lo que les pasa a las chicas cuando le ven.-

-Bueno sí, pero…- Matt iba a preguntar qué importancia tenía eso cuando Jack le hizo un gesto con la cabeza en dirección a Tom, que en ese instante, levantaba la mirada.- Ahm… vaya no me había dado cuenta de que…-

Dejó la frase sin acabar, por los nervios. Pero alguien se encargó de rematarla.

-¿No te habías dado cuenta de que Tomasín está loquito por ella y que ahora que Taly ha visto a Zonc-Zonc, ya no tiene ninguna oportunidad?-

-Gracias Nate- soltó Tom ya sin fuerzas para negar nada.

-¡Pues no! ¡No me había dado cuenta! Lo de antes lo dije de coña- se justificó Matt, ahora sí, angustiado por haber metido la pata.

-Bueno, no pasa nada- intentó decir Jack.- Además, está claro que a Nataly le gustas tú ¿No?-

Tom miró a los tres, todo lo que le decían le sonaba a tonterías.

-¿Es que no habéis visto todos el estado en que Nataly se encuentra?- les dijo. Esta vez, sólo Matt lo pilló al vuelo.

-Tienes razón, tío. Esa chica está tan aturdida y confusa que podría cometer cualquier locura… incluso enrollarse con Nate.-

El aludido levantó la vista, y aunque consideró la idea con una sonrisa, acabó chasqueando la lengua.

-Que cruel e innecesario ha sido eso, colega- le respondió con clara indiferencia.

-De todos modos le dije a Zonc que era tu amiga y seguramente él entendió lo que eso significaba (aunque yo no lo hiciera)- intentó animarle Matt.- Él no intentaría nada con ella.-

-Eso es lo preocupante. Zonc no necesita intentar nada… le ocurre sin más.-

-Un detalle que si no recuerdo mal, yo ya dije que tuviéramos en cuenta antes de dejarle entrar en el grupo.- recordó Nate, aunque nadie le hizo caso.

-Bueno, sólo falta una hora para poder reunirnos con ellos- dijo Jack.- Tengo que volver a los coches.-

-Y yo con los caballitos-

Tom metió las manos en los bolsillos.

-Y yo…-

Matt le dio una palmadita en la espalda al pasar por su lado.

-Lo siento, tío- le dijo con sinceridad.- No te preocupes ¿Qué podría pasar en una hora?-