viernes, 21 de febrero de 2014

Noches de Feria (a mano) 17



¡Feliz viernes, buscadores!

¿Estáis deseando disfrutar del fin de semana? ¿O tenéis cosas que hacer como yo?¬¬ Bueno, para que no se haga tan malo, hoy os traigo un dos por uno en esta entrada.

En primer lugar, como Noches de Feria está próxima a terminar voy a enseñaros, tal y como hice con Callejones, unas fotitos del manuscrito original ^^























A mano la historia me ha ocupado casi 180 páginas, aunque a ordenador (entre las fotitos y las cosas que voy cambiando cuando lo paso a limpio) se pasa.

Y por último, la página de la parte que hoy comenzamos a leer.



Y ahora sí os dejó la primera mitad de la parte 9. La última de nuestra historia, buscadores. El desenlace está muy cerca.

Hasta pronto, buscadores.





9.

-Esto no es, para nada, lo que parece- dijo Nataly con rotundidad en cuanto le fue posible.- Ha sido todo por culpa del moco verde de Matt que resulta que atrae a los insectos en masa. De pronto tenía toda la espalda llena de bichos asquerosos ¡Y el pelo también!-
Relataba su aterradora experiencia sin apartar los ojos un instante de la espalda de Tom, quien de pie frente a ella, no había pronunciado ni una sola palabra desde que la encontrara en el suelo con Zonc encima, en una situación un tanto… delicada.
Ni siquiera la miraba directamente desde hacía un rato.
-Lo único que Zonc intentaba era quitarme a esos bichos antes de que me diera un infarto- continuó ella a pesar de todo, pero algo la detuvo.- ¡Ay!-
-¿Ves? Ahí tienes un golpe- le informó Jack, que se había ofrecido a revisarle la espalda después del golpe. Los tres se habían alejado del resto en busca de algún banco y un poco de tranquilidad. Pero Nataly no estaba tranquila, en absoluto.- Te va a salir un moretón que no veas…-
<< ¿Y qué me importa eso ahora? >>
-Gracias Jack- dijo ella tirando de la sudadera para taparse la espalda de nuevo.- Ya te he dicho que estoy bien, no hace falta que sigas ¿De acuerdo? Mientras no veas algún hueso fuera de su sitio, yo puedo…-
-¡No!- la voz de Tom hizo que los dos giraran la cabeza a la vez. Por fin se había vuelto hacia ellos, aunque sus ojos estaban clavados en Jack.- Asegúrate de que está bien-
-Bueno… vale- murmuró su amigo.
La expresión de Tom era tan seria, tan dura que no parecía él y a pesar de lo poco que Nataly le conocía, estuvo segura de que no era algo habitual.
Movió la cabeza y miró Jack, interrogándole con los ojos pero éste arqueó las cejas igual de sorprendido y la hizo volverse al frente.
La mirada de Tom se perdió en el suelo y Nataly decidió seguir con sus explicaciones.
-Total, que Zonc empezó a quitarme los bichos de la espalda pero un enorme saltamontes aterrizó sobre mí y del susto me puse histérica. Intenté asustarle pero sin querer perdí el equilibrio, y en algún momento creo que le di una patada a Zonc sin darme cuenta.- relató.- Me caí al suelo y Zonc también… probablemente por culpa de mi patada. Y eso es todo lo que pasó ¡En serio!-
Pero Tom no respondió, apenas si cambió esa expresión tan impropia en él hasta que Jack habló:
-Bueno preciosa, estás bien- le dijo. Le puso la mano en el hombro con su sonrisa especial.- Eres toda una superviviente. Aunque eso ya lo sabíamos.-
-¿Estás seguro? ¿No tiene nada en la espalda?- quiso asegurarse Tom.
-Está bien, colega- le repitió.- Ya puedes relajarte- Le bajó la sudadera a la paciente y se estiró haciendo crujir sus propios huesos.- Voy a ver cómo está Zonc.-
-¿Zonc?-
-Bueno, depende de donde le hayas dado la patada- Bromeó con un guiño de ojo.- Suerte- le susurró a Nataly antes de alejarse para reunirse con los demás.
En cuanto Nataly terminó de colocarse la sudadera, saltó del banco ignorando los pinchazos de sus doloridos músculos (aunque sin lesiones) y fue derecha a por Tom.
-¡Tom, tienes que creerme! Lo que viste antes no es…-
-Nataly, tranquila, no tienes que darme explicaciones de nada- le dijo él. Parecía más relajado que minutos antes, pero aún así ella insistió.
-Es que no son explicaciones sino lo que realmente ha pasado- le repitió.- Lo del moco, lo de los bichos…-
-Está bien. Te creo-
Nataly paró el impulso de seguir hablando, sorprendida.
-¿Ah sí?-
En su ofuscación por explicarse no se había percatado de que la severidad que había teñido el rostro de Tom hacía unos instantes ya no estaba. La pequeña sonrisa que mostraba no era comparable a la que solía lucir, pero era alentadora.
-Después de todas las cosas que te han pasado esta noche, la historia del moco y los bichos no resulta tan difícil de creer-
-Entonces ¿No estás enfadado?-
-¿Por qué iba a estarlo?- preguntó él a su vez. Y ella pensó que realmente no tenía mucho sentido que lo estuviera.- Estaba preocupado.-
-¿Preocupado? ¿Por qué?-
-¡Pues por ti! ¡Por tu espalda! Estabas tirada en el suelo con cara de dolor, yo creí que te había pasado algo mucho peor.- En un segundo, la seriedad regresó e incluso sonó en su voz. Le puso las manos en los hombros.- Nataly ¿Puedes dejar de hacerte daño de una vez, por favor?-
Estuvo a punto de prometerle que sí, pero sabía que no podía hacer eso. Ya había aprendido la lección.
-No lo sé- le contestó.- Lo llevo intentando toda la noche.-
Las comisuras de los labios de Tom se curvaron en una sonrisa cansada. Sacudió la cabeza para después mirarla fijamente. Sin decir nada, bajó las manos por su espalda, la atrajo hacia él y, esta vez sí, la abrazó.
Superada la impresión, Nataly le devolvió el abrazo dándose cuenta en el mismo instante en que lo hacía, de cuanto lo había esperado en esa complicada noche.
Solo lamentó estar cubierta de moco verde.
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Regresaron con los demás y éstos, aunque más sonrientes de lo normal, tuvieron la delicadeza de no hacer ningún comentario gracioso sobre el abrazo que, seguramente habían visto.
A Nataly le tranquilizó comprobar que Zonc estaba bien. Sí que había recibido una patada en su accidentada caída, pero había sido en la espinilla, así que, tal y como sus amigos le recordaron varias veces, debía estar satisfecho pues pudo haber sido mucho peor.
Los primeros momentos, a Nataly se le hizo extraño ver a los cinco chicos juntos. Había estado con todos ellos por separado y los había escuchado hablar los unos de los otros, pero observarles bromear entre ellos y el modo en que se comportaban… no sabía por qué, le resultaba curioso. Y en cierto modo, familiar.
-Bueno ¡¿Qué queréis hacer?!- preguntó Matt después de que llevaran un rato deambulando por el parque como zombis perdidos.
-¡Pues divertirnos un rato! ¡¿Qué si no?!- respondió Nate que caminaba a la cabeza.- Ahora que estamos libres de la siniestra mirada de Bossy y podemos vigilar a Taly de cerca, habrá que divertirse un poco ¡Esto es un parque de atracciones!-
-El pequeñajo tiene razón- coincidió Matt.- ¿Y si nos subimos ahí?-
Nataly siguió la dirección de su largo brazo. Señalaba la montaña rusa más alta y retorcida que jamás había visto.
-¡Venga!- exclamó Nate emocionado.- ¿Te apuntas Zonc?-
-¡Pues claro!-
-¡Yo también!- se unió Jack.
Antes si quiera de que se lo planteara, el estomago de Nataly le envió una nausea espontanea en señal de aviso.
-Yo paso- anunció llevándose una mano a la tripa.- Mejor os espero aquí.-
Los chicos la miraron.
-Tranquila Nat, no teníamos intención de decirte que vinieras.-
-Nos preocupa que puedas hacerte más daño, de algún modo, allí arriba, preciosa.-
-O que hagas descarrilar el vagón con nosotros dentro-
-Ya…- murmuró ella mirando a Nate con fastidio. <<Exagerado>>
Los cuatro chicos subieron a la atracción y ocuparon los asientos del primer vagón.
Tom decidió quedarse con ella, así que se colocaron junto a la valla que rodeaba el mirador desde el que se podía observar el recorrido completo.
La atracción se puso en marcha con un fuerte crujido y al segundo siguiente de empezar a moverse, oyeron unos fuertes alaridos procedentes de ella.
-¿Qué es eso?- preguntó Nataly al ver que Tom ahogaba una risita.
-Nate-
-Pero ¿Por qué grita? Si el vagón apenas se ha movido.-
-No sé. Siempre chilla cuando el vagón sube, en lugar de cuando baja las cuestas como la gente normal- le contó.
Miró hacia arriba y le pareció ver a Nate agitándose en su asiento, al lado de un Matt que se tapaba los oídos con expresión furibunda.
El vagón llegó al punto más alto y entonces, los aterradores chillidos se apagaron de golpe. Se oyó el rugido de un nuevo resorte y el vagón cayó en picado en vuelto en los gritos del resto de sus ocupantes.
Nataly apoyó los brazos en la barandilla y después la cabeza, tan relajada que el único esfuerzo que hacía era seguir con los ojos el sinuoso movimiento de la serpiente de acero que se deslizaba por los raíles.
Las manos de Tom estaban apoyadas a escasos centímetros de ella y él la miraba.
-¿No irás a preguntarme otra vez si estoy bien?-
Tom meneó la cabeza.
-Claro que no. Es obvio que lo estás- le dijo.- Y me alegro de que, fuera lo que fuera lo que te pasaba, ya esté olvidado.-
-Bueno olvidado… no, pero ya no me preocupa tanto como antes- Y de haber podido tampoco lo habría olvidado, porque dar la espalda a los problemas esperando que desaparezcan no sirve de nada. Y había descubierto que dejar que éstos te hundan hasta quedar atrapada, tampoco servía.- Es raro. A veces algo puede parecerte el fin del mundo pero luego te pasan otras cosas y hablas con gente de ello y pierde todo el poder que tenía sobre ti.-
-Supongo que sí- añadió él con un tono de voz extraño.
En un arrebato de inteligencia y lucidez mental, Nataly entendió al vuelo el por qué de ese tono tan apesadumbrado: no le había contado nada en absoluto de lo que la había estado torturando. Y aunque él no le había hecho preguntas, sabía que quería saberlo.
-Me gustaría contártelo todo, Tom- le dijo y el chico levantó la vista con  premura, evidentemente interesado. Con todo lo que la había ayudado y había esperado, era normal.- Pero, preferiría contártelo otro día. Esta noche ya he pensado demasiado en ello… ¿Te importa?-
Tom no mostró un ápice de decepción, si es que la sintió.
-No te preocupes- respondió.- Además… así sé que volveremos a vernos.- añadió con su habitual optimismo.
La sonrió y apoyó los brazos en la barandilla a su lado.
Aunque no hubiese habido conversaciones pendientes entre ellos, desde luego que no habría sido su último encuentro. Nataly habría vuelto a ese parque que parecía una feria para verle en cualquier circunstancia.
Su brazo le rozó y lentamente inclinó la cabeza para apoyarla en su hombro con renovada confianza. Entrecruzó su brazo con el de él, aspirando el olor que desprendía; dulzón, como el algodón de azúcar.
Sus ojos se reencontraron con el vagón. Volvía a ascender la cuesta, por lo que los gritos de Nate se reanudaron.
Justo cuando el tren se precipitaba al vacío de nuevo, sintió que Tom buscaba su mano colgando al otro lado de la barandilla y entrelazaba sus dedos con los de ella.

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Cuando el recorrido de la montaña rusa llegó a su fin y los chicos volvieron, los seis dieron alguna vuelta más al parque riendo y disfrutando (los que podían) de otras atracciones. Hasta que llegaron, casi sin darse cuenta, a su lugar de reunión, en el centro del parque.
La Maquina del mazo estaba, como de costumbre, desierta así que los chicos se dispusieron a su alrededor como si fuera la hoguera de un campamento. Nate agarró el mazo como siempre, pero en lugar de ponerse a jugar con él, se encaminó hacía Nataly.
La chica frunció el ceño, suspicaz.
-¿Qué pretendes?- le preguntó.
Nate, sonriente, se lo tendió.
-Vas a golpear el peso, Taly-
-¿Quieres que yo golpeé algo con un mazo?- miró aquel objeto que era un arma real y apartó las manos.- ¿Te has vuelto loco? Ni siquiera deberías acercar eso a mí-
-¡Es cierto, Nate! ¿Se te va la olla? Podría matarnos a todos con eso.-
Nataly asintió las palabras de Matt, aunque eran un poco exageradas. Quitando a Zonc, hasta el momento sólo había resultado una amenaza para sí misma.
Pero Nate, haciendo gala de una temeridad innata en él que latía en sus ojos esmeraldas, acabó por soltarle el mazo en las manos.
-¡No seáis gallinas! ¡No pasará nada! Taly tiene a cinco cachas para protegerla haga lo que haga- dijo mientras la conducía hasta La Maquina.- Además, el mazo está atado a una cuerda.-
-¿Y eso qué?-
-No serás realmente una de nosotros hasta que pruebes La Maquina- Nate le dio un apretón de ánimo en el hombro y con voz baja, añadió:- Irá genial, Taly-Poty-
Nataly vio de reojo a Zonc que asintió en su dirección como si también lo hubiera oído.
-Está bien- aceptó ella.
Cogió aire con la vista fijada en la marca roja que indicaba el lugar del golpe. Empuñó el mazo con ambas manos y lo levantó de un tirón. A su alrededor, los chicos dieron un salto atrás, pero los ignoró. Y con todas sus fuerzas (las que le quedaban) bajó el mazo y golpeó la marca.
El peso salió disparado hacia arriba haciendo un “¡Diiiiiing!” junto con un silbido al surcar el aire. No se elevó tanto como esperaba para la fuerza que había usado, pero al menos había subido.
Y todo el mundo estaba a salvo.
-¡Vaaaaaaya, Taly! Que mala eres-
La chica le hizo una mueca antes de que Matt saliera en su defensa.
-Pues lo ha hecho bastante mejor que tú con esos bracitos de pollo que tienes-
-Para empezar los pollos no tienes bracitos, tienen alas- replicó Nate haciéndole un gesto obsceno al mismo tiempo.- Consulta Wikipedia antes de hablar, colega.-
-Déjalo Matt- les interrumpió Nataly.- Lo he hecho a posta para no hacer daño a nadie-
-Sí, seguro- Aún así, Nate corrió a recuperar su mazo cuando ésta se giró con él en las manos.
Los chicos se embarcaron en una caótica discusión sobre quién podía hacerlo subir más alto y Nataly aprovechó para conectar de nuevo su teléfono. Tenía quince llamadas perdidas de sus padres y otro montón de mensajes. Lo bueno era que hacía ya un rato que parecían haber desistido en su empeño de hablar con ella.
Entonces, comprobó la hora y una gran sonrisa acudió su rostro al ver que eran más de las doce. Por fin había acabado… su cumpleaños, ese día tan horrible había terminado.
-¿Buenas noticias?- le preguntó Matt. Sabía a qué se refería y aunque ella negó con la cabeza, no dejó de sonreír para indicarle que todo estaba bien.
Se guardó el móvil y miró a sus nuevos amigos.
-Chicos… me lo he pasado genial con vosotros y me ha encantado conoceros a todos pero, creo que ha llegado el momento de que vuelva a casa.- anunció.
Todos reaccionaron con protestas, excepto Tom, que se quedó callado a un lado, con sus ojos puestos en ella, expectante.
-¡No, Nat! ¡Quédate un rato más!- pidió Matt.- ¿Por qué no te vienes con nosotros al Temple Bar un rato?-
-¡Eso Taly! Aún te quedan tantas cosas legendarias por hacer esta noche…-
Ni siquiera el desesperado deseo de Nate por verla provocar más catástrofes le molestó. La idea de despedirse de ellos le resultaba más dura de lo que había imaginado, incluso sabiendo que volvería a verlos.
-Lo siento de verdad- les dijo sinceramente.- Pero ya he torturado bastante a mis padres por un día.-
-Está bien- aceptó Jack, siendo el más razonable.- La verdad es que ha sido muy divertido. Siempre me acordaré de esta noche como “La vez que Nataly casi provoca un accidente múltiple en los coches de choque”-
-O “La noche en que decidió hacer unos largos en un tanque de mocos”.-
-“La noche que casi fue devorada por un ejército de insectos”-
Incluso el buenecito y tímido de Zonc se burlaba de sus desgracias, estaba claro que debía irse de inmediato.
-“La noche en que Taly potó entre caballitos de cerámica”- soltó Nate sin pensar.
Todos se callaron al instante, mirando a Nate como si hubiese confesado un asesinato. Éste abrió sus grandes ojos, tan sorprendido como los demás por lo que acababa de decir, pero ya nadie le miraba a él. Todas las miradas se movieron al unísono hacía Nataly que se había quedado clavada, aterrada.
Entonces Jack la señaló vacilante.
-¿Taly-Poty?-
Los otros dieron un respingo como si acabaran de percatarse de eso también y nadie se atrevió a romper el silencio. Nataly sentía que se iba poniendo más y más roja, pero no solo por la vergüenza, sino también por la ira.
-¡¡Nate!!- rugió mirándole fijamente.- ¡¿Cómo has podido?! ¡¡Prometiste no contarlo nunca!!-
El chico levantó el mazo dispuesto a usarlo como escudo.
-Bueno, he mantenido mi promesa ¿No?- replicó.- Desde que pasó hasta ahora no había dicho nada-
-¡No han pasado ni dos horas!-
-Pues eso es todo un logro para el bocas de Nate-
-¡Cállate Matt!- le gritó.- No te pongas así, Taly. No hay para tanto. Ya te lo dije antes: son cosas que pasan y a nadie le importa ¿A qué no, colegas?-
Todos siguieron la corriente a Nate, no tanto porque no quisieran ver como la chica más peligrosa de Irlanda descargaba sobre él su odio, sino porque no querían que ella lo pasara peor.
-Bueno, preciosa- comenzó a decir Jack rompiendo el silencio. -¿Volverás a visitarnos otro día?-
Nataly suspiró y trató de olvidar el escabroso asunto del vómito al ver cómo Jack le tendía sus musculosos brazos. Así que fue hacia él y se dejó abrazar.
-Pues claro- respondió.- Tendré que oír tocar a Reward ¿No?-
-¿Te gustaría?- quiso saber él, sorprendido.
-¡Sí! Después de todo soy vuestra primera fan- Esa idea debió gustarle porque apretó los labios y levantó las cejas en una mueca de orgullo. Estaba realmente gracioso, pero ella no se rió.- Gracias por toda tu ayuda, Jack. En serio.-
El chico asintió con un último apretón de manos.
Junto a él estaba Matt, con su mechón rosa sobre la frente y su mirada brillante de niño.
-Puedes quedarte la sudadera- le dijo cuando Nataly se plantó ante él.- Ya me la devolverás la próxima vez que pases por aquí.-
-Quieres que te la devuelva sin restos de moco verde ¿Verdad?-
-Obviamente- Nataly contuvo una risita y le tendió los brazos, ni siquiera alcanzaba sus hombros, pero el chico se inclinó, la cogió por la cintura y la levantó del suelo para abrazarla.
-Matt… gracias por ayudarme a ver las cosas con más claridad- le agradeció. El chico la soltó en el suelo.
-Habrías acabado por verlo por ti misma, Nat-
Podría haber sido así o podría tener ya un pie en el avión rumbo a Brasil.
El siguiente fue Zonc, a quien abrazó con fuerza. Cuando le miró a los ojos, no le hizo falta volver a agradecerle todo lo que había hecho por ella. Él ya lo sabía.
Entonces Nate, se acercó a ella con los brazos preparados, pero Nataly le apartó de un manotazo.
-¡No me puedo creer que se lo hayas contado!- le reprochó una vez más.
-Pero ¿Todavía estás pensando en eso?-
-¡Acaba de ocurrir!-
-Bueno… pero aún te gusto ¿verdad?-
A la chica no le pasó por alto que no se había disculpado por su indiscreción, claro que ni siquiera parecía realmente preocupado por su enfado. Que por otro lado, era cada vez más insignificante.
-Solo la mitad del tiempo- respondió ella.- La otra mitad quisiera matarte.-
Sorprendentemente, el chico se lo tomó como un cumplido.
-Eso es que empiezas a cogerme cariño, Taly- <<Sí, debe ser eso>> pensó ella.- ¿Y en qué mitad del tiempo estás ahora?-
Nataly sostuvo esa mirada verdosa resplandeciente todo lo seria que puedo hasta que sus labios formaron una sonrisa.
Alargó los brazos hacía la cintura del chico y le abrazó. El chico la imitó con entusiasmo.
No podía evitarlo, también le apenaba despedirse de él a pesar de que fuera tan… Nate.
Se apartó de él y su mirada viajó por el suelo hasta el lugar donde Tom esperaba. Había sentido sus ojos sobre ella en todo momento sabiendo que no diría nada.
-Bueno… me voy- repitió Nataly. Entonces sí, percibió el movimiento de Tom y oyó sus pasos acercándose, así que se giró hacia él, anticipándose.- ¿Me acompañas hasta la salida? Hay algo que quiero decirte.-
Tom se sorprendió levemente pero cuando fue a hablar a sus amigos, éstos también se le adelantaron.
-Te esperamos aquí- le dijo Jack.
Tom asintió y siguió a Nataly, por última vez, a través del parque.
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