Hola buscadores,
Feliz fin del fin de semana, espero que lo hayáis pasado bien o que al
menos aún os quede algo divertido por hacer hoy antes del temido lunes.
Como sabéis y habréis estado esperando, hoy os traigo el final de Noches de Feria. Después de no sé
cuantos meses hoy se cierran las puertas del Parque "Fun and Laugh with family" y nos despedimos
de Tom, Jack, Nate, Zonc, Matt y de Nataly, claro.
Espero que os haya gustado la historia, buscadores, que os haya hecho
pasar algunos buenos ratos y os haya servido de entretenimiento cuando queríais
escapar de la realidad, que son básicamente algunos de los motivos por los que
la escribí.
La semana que viene subiré una entrada especial como hice con Callejones
con la resolución, así que es vuestra última oportunidad ¿Real o ficticia?
Hasta la próxima buscadores, acordaos de Reward cuando visitéis algún parque de atracciones.
Nataly y Tom habían
andado mucho por ese parque. Juntos y en silencio, igual que lo hacían en ese
momento; cada uno perdido en sus propias cavilaciones, pero sin dejar de ser
conscientes de la presencia del otro.
No obstante, ese
paseo sería el último de la noche y eso lo convertía en algo diferente.
Tom caminaba con
evidente rigidez en sus pasos por culpa de la incertidumbre. No se permitía
anticipar las palabras de su amiga y había dejado de mirarla de reojo porque su
expresión le resultaba incierta.
Y eso era porque
Nataly se sentía más en paz consigo misma de lo que nunca había estado. Se
había dejado convencer por esa repentina claridad con la que veía ahora todas
las cuestiones que solo unas horas antes habían estado a oscuras. Disfrutaba de
esos momentos de tranquilidad y seguridad en sí misma a sabiendas de que no
podría retenerlos para siempre.
Una persona no cambia
drásticamente de la noche a la mañana. Un gran cambio, si es que llega a
producirse, precisa de tiempo, paciencia y perseverancia para instalarse en la
persona. Por eso sabía que, algo del miedo y sus dudas pasadas regresarían,
porque aún formaban parte de ella.
Pero por ahora, se
mantenían a una distancia lo bastante alejada como para sentirse capaz de hacer
cosas como plantar cara a sus padres o hablarle a Tom con sinceridad.
La salida del parque
era la misma entrada que Nataly había atravesado al llegar. Aunque habían
pasado tantas cosas desde ese momento que no le pareció la misma. Y seguramente
si alguien que la hubiese visto entrar, la mirara ahora tampoco creería que era
la misma chica.
El límite del parque
era un gran arco metálico con puertas de enrejado negro abiertas de par en par.
De él partían, hacía ambos lados, filas de pequeños arcos idénticos, enlazados
unos a otros y que se perdían formando una hermosa alambrada protectora del
parque y de cuanto contenía.
En lo alto del arco
central había unas letras iluminadas con luces de distintos colores formando el
orgulloso nombre del recinto. No había ni una sola bombilla apagada, cosa que
sorprendió a Nataly cuando se detuvieron justo bajo el arco.
A sus pies se formó
un corro de luz por efecto de los focos, pero la oscuridad los rodeaba
extendiéndose hasta el silencioso aparcamiento que solo estaba iluminado a
medias por unas cuantas farolas.
-¿Quieres que te
acompañe a buscar el coche?- preguntó Tom.
-No, no hace falta-
respondió Nataly.- Creo que recuerdo dónde lo dejé.-
-¿Y estás segura de
que puedes conducir…?- La chica torció la cabeza poniendo los ojos en blanco.
-¡Está bien! Lo siento, ya sé que estás totalmente recuperada.- Se llevó una
mano al pelo en un acto reflejo de nerviosismo y preguntó: -Bueno ¿Vas a
decirme lo que estás pensando?-
-Sí- contestó ella
tras unos instantes de vacilación. Aún así le parecía tranquila, incluso cuando
desvió la mirada hacia el corro de luz del suelo.- ¿Te puedo hacer antes una
pregunta?-
-Claro-
-¿Has tenido alguna
vez uno de esos días en los que pierdes la fe en… tu familia, tus amigos e
incluso en ti mismo y aún así, una parte de ti, sigue esperando que suceda algo
bueno?-
No era la pregunta
que esperaba, en realidad hacía un rato que no sabía qué esperar de esa
situación, pero se lo pensó deprisa.
-Mmmm… no- respondió
él. Y de algún modo se sintió mal por ello.
Nataly se dio cuenta,
así que se volvió para mirarle después de respirar hondo.
-Yo sí- le dijo.- He
tenido bastantes últimamente, la verdad. Y hoy ha sido uno de ellos, quizás el
peor de todos.-
-¿El… peor?-
-Sé que suena
dramático- reconoció Nataly sin darle mucha importancia.- Pero es que hoy me he
sentido más sola y decepcionada que nunca-
Tom cambió el peso de
una pierna a la otra, un tanto nervioso.
-Siento que te hayas
sentido así- le dijo. Se moría de ganas por preguntarle por lo que le había
pasado, porque en su mente se barajaban un millón de posibilidades sin que
supiera cual era la verdadera.
Pensó que tal vez
ella había cambiado de opinión y era eso lo que quería contarle, pero entonces
la expresión de tristeza de la chica se esfumó con tan solo un movimiento de
cabeza. Fue como si desterrara esos pensamientos y ya no pudieran perturbarla,
porque sonrió más relajada.
-Tom, quiero darte
las gracias- El chico entrecerró los ojos, extrañado.- Hasta que llegué a este
parque estaba siendo el peor día de mi vida ¿Sabes? Pero después te conocí a ti
y todo empezó a cambiar. Tú tenías razón: es posible transformar un día malo en
uno bueno.-
-Ah…- Eso fue lo
único que Tom pudo decir, de lo impresionado que estaba.
-Lo que intento
decirte es que ha sido todo gracias a ti- continuó Nataly. Entonces se acercó
más a él, luchando contra su propia vergüenza.- Tú has sido lo bueno que estaba
esperando.-
Al chico se le formó
una sonrisa instantánea, a pesar de que tuvo que bajar los ojos, abrumado.
-Yo no he… hecho nada
como para que tú…-
-¡Claro que sí! Tú y
tus amigos. De no ser por vosotros habría vuelto a casa y todo seguiría igual,
excepto porque estaría rumbo a Brasil…-
-¡¿Brasil?!-
-¡Da igual!- exclamó
ella, aunque la expresión de Tom siguió siendo de alarma.- Jamás podré
agradeceros lo que habéis hecho por mí. Sois unos chicos realmente especiales.-
Vaciló un poco, pero añadió:- Sobretodo tú-
Le pareció que Tom
iba a sonreír como siempre, pero en su rostro emergió una sonrisa distinta,
suave y dulce. Porque toda la tensión que le había torturado durante aquel
discurso se desvaneció en un segundo.
Por mucho que ella
quisiera pensar que había sido salvada o algo parecido por él, Tom sabía la
verdad. Lo había hecho ella sola ¡Era una persona asombrosa! No obstante, ni en
un millón de años se daría cuenta ni se vería tal y como él lo hacía en ese
momento en que sus ojos la recorrían una y otra vez.
Tom alzó la mano
derecha, sin ninguna duda y la dirigió al rostro de la chica, igual que cuando
se conocieron. Aunque esta vez no había restos de lagrimas que retirar.
Un mechón de cabello
verde se le había escapado del moño y él lo contempló, divertido, para después
colocárselo detrás de la oreja.
Entonces se dio
cuenta de que no sabía qué más decirla. Las pocas palabras que quedaban en su
mente estaban siendo borradas por una nueva melodía a todo volumen que acababa
de nacer en él.
Y ya que no
encontraba nada que decirle, sólo había una cosa que le quedaba por hacer. Se
acercó un poco más y la besó.
Percibió la sorpresa
de la chica, aunque por el modo en que la había mirado, creyó que esperaba que
lo hiciera. Se puso tan nervioso, que se apartó de ella enseguida, pero antes
de que hubiera abierto los ojos, Nataly le agarró de la camiseta con los dedos
y le dio un suave tirón para que no se alejara.
Una fugaz sonrisa
cruzó por su rostro antes de volver a besarla.
El corazón se le
desbocó y la cabeza se le llenó de notas que bailaban frente a sus ojos junto a
las palabras desaparecidas, jamás una melodía le había sonado tan bien como
esa, y sin embargo, la hizo a un lado para concentrarse en lo que sentía.
Nataly le gustaba,
muchísimo. Le había gustado desde el momento en que sus ojos la habían visto
por primera vez, aún así aquello era extraño. Le habían gustado otras chicas y
las había besado sin sentir nunca la conexión que sentía con ella. Como una
inmediata compenetración entre los dos. Y ciertamente le asustó la intensidad
con la que lo sentía. Al menos hasta que las manos de Nataly se posaron sobre
sus hombros, como si lo hubiera hecho así siempre. Y sus brazos se movieron
también, sin que él los guiara, hasta la cintura de Nataly.
Y de pronto, su mano
palpó algo frío y húmedo bajo la sudadera de la chica que le desconcentró.
-¿Qué pasa?- preguntó
ella.
Tom alzó su mano
cubierta de un pegote de moco verde.
Miró su mano y la
expresión de susto de Nataly al reencontrarse con esa odiosa sustancia y no
pudo evitar echarse a reír.
Nataly dio un
respingo.
-¡Oh, vamos! ¡No te
rías! Qué vergüenza… ¡Mira esa cosa!- Se quejó pero solo consiguió que Tom se
riera más. Al final incluso a ella se le escapó una carcajada.
-Tengo que irme-
anunció Nataly cuando dejaron de reír. La emoción se le atascaba en la garganta
y en el estomago con tan solo mirarle, pero le gustó sentirse así.- Hasta
pronto.-
-¿Nos veremos
pronto?-
-Sé dónde
encontrarte- dijo ella.- Así que vendré a buscarte.-
-¿Sí?- Tom sonrió
-¿Lo prometes?-
En lugar de
responder, Nataly volvió a besarle.
Σ Σ Σ
Nataly atravesaba el
aparcamiento todavía obnubilada. Se deslizaba sobre el asfalto como si fuera
una suave nube que la mantenía suspendida por encima de todo y de todos. Y allí
arriba no había nada salvo ella y el recuerdo de Tom.
Daba vueltas y
vueltas sin preocuparse por haberse desorientado entre tanto coche. Tampoco le
molestaba la escasa luz mortecina de las farolas que había cada cien metros, ni
el hecho de estar golpeándose las piernas con los bajos de los coches cada vez
que daba un paso.
Hasta que se golpeó
de verdad contra un coche muy particular. Era un coche que ella conocía y que
reconoció enseguida, a pesar de no ser el suyo.
-Siguen aquí- murmuró
tan perpleja como si fuera un fantasma.
Por lo visto sus
“amigos” tampoco habían abandonado el pasque aún. No había vuelto a pensar en
ellos desde su charla con Zonc, y ahora que los recordaba, era extraño que no
se los hubiese vuelto a encontrar.
El dolor seguía
palpitando en su rodilla cuando oyó unas voces que se acercaban.
-¡Jo, tío! ¡Qué
bueno!-
-¿Verdad? ¿Verdad que
sí? Ya te lo dije-
-¿Y recuerdas ese
video que…?-
-¡Oh, sí, sí! ¡Cuando
le dice eso de…!
-¡Eso! ¡Eso! ¡Es
buenísimo!-
Las dos voces
masculinas estallaron en carcajadas tan potentes que sus ecos sacudieron el
aparcamiento entero. Y fueron seguidas por un suspiro aburrido con cierto deje
femenino.
Lo reconoció todo al
instante, pues había soportado conversaciones de ese tipo muchas veces y ella
también había suspirado así.
En ese momento, supo
que se le planteaba una decisión que debía tomar rápidamente: quedarse y
enfrentar a sus amigos sin saber qué diría o que le dirían ellos, o bien huir
antes de que la descubrieran.
La antigua Nataly no
habría necesitado pensárselo, siempre huía de confrontaciones como esa. Pero la
chica que había descubierto que podía ser y que era esa noche, se lo pensó.
Recordó todo a lo que se había enfrentado y si era cierto que la seguridad que
latía en su corazón acabaría por desvanecerse, valía la pena actuar mientras
aún la sintiera.
De modo que se quedó
junto al coche y dejó que las voces llegaran hasta ella. Muy cerca, había una
de esas farolas rociando el suelo con su luz y que le sirvió para ver el
asombro que contrajo los músculos de los rostros de sus tres amigos cuando la
vieron. Uno de ellos se quedó congelado en mitad de una carcajada tardía.
Shane, Jason y
Allison. Se quedaron paralizados ante ella, mirándola con los ojos como platos
(quizás porque no esperaban encontrarla, quizás por su aspecto verde y
magullado y por el osito), tanto así que la hicieron sentir incómoda,
amenazando así la confianza en la que se había escudado.
-Hola- acabó
saludando ella.
Los recién llegados
parpadearon y se miraron entre sí como para asegurarse de que no eran víctimas
de una alucinación provocada por algodón de azúcar en mal estado.
Y no lo era, así que
Shane, el más alto de los tres, dio un paso al frente.
-Hola Nati… vaya, si
estás aquí-
-¡Feliz cumpleaños!-
exclamó Allison. Los chicos dieron un respingo.
-¡Sí, felicidades!-
Nataly sacó el móvil
de un tirón de su bolsito, con una agilidad impropia en ella y que podría haber
causado un nuevo accidente en caso de que se le hubiese escapado de las manos.
-No es mi cumpleaños-
les soltó sin dejar entrever el enfado que realmente se estaba forjando en su
interior. Les mostró la pantalla iluminada.- Son más de las doce. Ya es un día
completamente distinto.-
<<Por
suerte>> pensó mientras guardaba el teléfono.
-¿Qué estáis haciendo
vosotros aquí?- les preguntó, aprovechando que los otros se habían quedado
pasmados.- Dime Shane ¿Qué fue de tu urgencia? ¿Lo resolviste?-
La expresión del
gigantón le traicionó, pues quedó al descubierto que no tenía ni idea de lo que
le hablaba. Aunque intentó salvarse.
-Ahm… ¡Sí! Sí, sí,
sí, sí. Ya lo solucioné todo y antes de lo que pensaba- contestó.
-¡Claro! Y como
estaba resuelto pues… llamamos a tus padres y ellos nos dijeron que habíais
venido a celebrarlo aquí- le ayudó Jason.- Y por eso nosotros también hemos
venido.-
Allison solo aportó
una sonrisilla más o menos sin forzar y un gesto afirmativo de cabeza.
Quizás Nataly debería
haberles seguido el rollo y continuar interrogándoles hasta que ya no supieran
que responderle, pero el enfado estaba aumentando al escuchar sus mentiras.
-No he venido con mis
padres- dijo sin más. Y observó como los chicos volvían a intercambiar un
desfile de miradas nerviosas.
-¿Y has venido sola?
¿A una feria?-
Nataly apretó el
osito con orgullo y no se amilanó por ese tono de condescendencia.
-¡Parque! ¡Esto es un
parque de atracciones y no una cutre feria!- les dijo en primer lugar.- Y sí,
he venido sola ¿Con quién iba a venir si no? Pero da igual, porque no he estado
sola en absoluto.- La miraban extrañados, sin entender una palabra, como era de
esperar.- Antes de que penséis en inventaros algo más, os diré que ni mis
padres ni nadie sabían dónde estaba, así que ya podéis contarme por qué habéis
venido-
Nunca se había
dirigido a ellos (puede que a nadie) con tanta dureza y por eso, la miraban
como si se hubiese transformado de pronto en un vegetal de cincuenta metros de
alto.
-Está bien- dijo
Shane, reaccionando- Mira Nati… no había ninguna urgencia ¿Vale?- <<No me
digas>> pensó ella. Finalmente le contarían la verdad y ella tendría que
soportarla, fuera la que fuera.- Es que… me regalaron tres pases gratis para
todo el parque y hoy era el último día en que podíamos usarlos. Ya sé que era
tu cumple y habíamos quedado pero… me daba mucho rabia que fueran a perderse.-
-¿Eso es… todo?-
preguntó Nataly. Tanto misterio y mentiras para eso. No lo entendía.- ¿Y por
qué no me lo dijisteis desde el principio?-
La mirada de Shane se
desvió hasta Jason y Allison que permanecían callados y cogidos de la mano.
Tres pases… Shane
había dicho que sólo le habían dado tres pasas. Uno para él, otro para Jason
¡Claro! Era su mejor amigo y el tercero… para Allison. Había preferido dárselo
a ella, aunque solo la conocía de hacía un par de meses, pero era la nueva
novia de Jason. Así que antes de perder los pases porque le faltaba uno, había
preferido posponer el cumpleaños de su amiga con una mentira.
Y por eso no podía
decírselo.
-Ya veo…- murmuró
Nataly.- ¿Y os habéis divertido?-
Todos levantaron la
vista a la vez.
-Bah Nati, no te
enfades… si ha sido una tontería- dijo Jason, como siempre, poniéndose el traje
de conciliador al presentir el conflicto.
<< ¿Qué no me
enfade?>> pensó << ¿Acaso no tengo derecho a enfadarme?>>
Además ¿Lo había
imaginado o es que ni siquiera se habían intentado disculpar?
¿Qué esperaban de
ella? Lo sabía muy bien. Querían que ella, tan diplomática como siempre, bajara
la cabeza y les dijera que lo comprendía y que no pasaba nada.
Lo esperaban porque
eso es lo que habría hecho la Nataly del pasado, pero ésta no.
Taly-Poty no iba a
bajar la cabeza.
-¡Claro que estoy
enfadada! ¡Estoy muy enfadada contigo! ¡Contigo! ¡Y contigo!- los fue señalando
uno a uno con un dedo, después de enganchar el osito con el otro brazo.- ¡Es mi
cumpleaños! ¡Y no solo habéis pasado de mí sino que me habéis mentido!-
Nadie contestó, al
menos tuvieron la decencia de guardar silencio como si estuvieran avergonzados,
aunque seguía echando en falta una disculpa.
-Reconozco que
también estoy triste- continuó.- Hace tiempo fuimos amigos de verdad o eso
creía yo, pero está claro que no era así porque nos hemos ido distanciando sin
darnos cuenta y a vosotros os ha dado igual. Y yo estoy cansada de no poder
hablar con nadie y sentirme apartada y fuera de lugar cuando estoy con
vosotros.-
-Bueno, yo no creo
que sea para tanto…- murmuró Allison.
-Sí que lo es y tenía
que decirlo- insistió Nataly.- He visto cómo es una amistad verdadera y no es
esto- sacudió la cabeza y el mechón verde suelto le golpeó la nariz.- Ni
siquiera… no creo que sea culpa de nadie; ni vuestra ni mía. Son cosas que
pasan.-
-Mira Nati, no te
pongas tan dramática- intervino Shane, a la defensiva.- No nos ha pasado nada
¿Vale? Todo está bien. Esto ha sido una tontería. Vale que no ha estado bien y
lo admito. Pero tampoco es para que te lo tomes así, ni montes todo esto. Si
quieres, quedamos otro día y celebramos tu cumpleaños.-
¿Qué no era para tanto?
Nataly pensó que bromeaba, pero lo que ocurría en realidad era que les estaba
poniendo muy nerviosos porque estaba diciendo la verdad. Y no querían admitir
que algo iba mal.
Ellos no lo
aceptarían y ella ya les había dicho todo lo que pensaba, así que pensó que lo
mejor era marcharse.
-No quiero acabar a
malas con vosotros, así que me voy- anunció.
-Venga Nati ¿Quieres
que quedemos la semana que viene un día y damos una vuelta o vamos al cine?-
propuso Allison.
-No creo que pueda-
la respondió mientras buscaba las llaves de su coche. Acababa de recordar dónde
lo había aparcado.- He prometido que iría a escuchar un grupo nuevo de música.-
-¿Un grupo nuevo?-
-Sí, Reward-
contestó, sonriendo por primera vez.- Están empezando pero son… especiales. Y
les irá todo genial.-
Encontró las llaves,
se despidió de sus tres amigos y se alejó de ellos.
En menos de dos
minutos encontró su coche. Soltó el bolso y el osito en el asiento del copiloto
y se puso el cinturón.
Las luces del cartel
brillaban aún con verdadera fuerza, recortadas en la oscuridad del cielo
nocturno y le hicieron sentir una agradable calidez por dentro.
Vio las letras
invertidas sobre el cristal del parabrisas “Fun and laugh with family”
y sonrió.
-El mejor lugar del
universo para pasar tu cumpleaños- recitó apoyada sobre el volante. Miró el
osito que le devolvió la sonrisa.- Desde luego que sí.-
Metió la llave en el
contacto y arrancó.