viernes, 20 de junio de 2014

Dublín 2



¡Feliz Viernes buscadores!

Antes de que empiece el fin de semana, voy a dejaros un pedacito más de la historia que nos traemos entre manos.

¿Recordáis?






Sé que en las otras historias solía seguir el mismo orden siempre y era casi al final cuando os enseñaba alguna foto de la historia a mano, pero... a veces resulta un poco aburrido seguir siempre el orden, incluso para alguien tan organizada como yo.

Después de todo, este es mi blog. Supongo que no se nota demasiado porque hablo poco de mi misma.

Pero en esta nueva etapa, voy a ser un poco menos cuidadosa.

Y por ese mismo motivo, antes de seguir con la historia, voy a expresar mi pena y dolor infinitos porque nuestra querida selección haya sido eliminada del mundial sin pasar de la primera ronda :(

Y desde aquí, les mando todo mi apoyo. Porque si estuve con España cuando nos hicieron campeones de Europa dos veces y del Mundo una, estaré con ellos también cuando pierden. Y porque somos grandes y siempre lo seremos. Estoy segura de que pronto volveremos a levantar una copa.

Y ahora sí, aquí va la continuación de la historia: Dublín.



El corazón de Nataly se detuvo unos instantes por la sorpresa, lo que hizo que tardara demasiado en reaccionar.
-¿Por qué dices algo así?-
-¿Y tú por qué no contestas a mi pregunta?-
Aquello iba en serio, descubrió Nataly. No era una broma, ni mucho menos.
-No. Claro que no.-
Tom sonrió por lo bajo sin poder evitarlo. Estaba tan alterado aunque no lo demostrara, que sentía la imperiosa necesidad de ponerse a saltar, pero sólo se inclinó hacia delante apoyando los codos sobre las rodillas.
-Tal vez aún no lo hayas decidido…- empezó a decir al tiempo que levantaba su mirada hacia ella.-… pero lo has pensado ¿Verdad?- Nataly no respondió, pero apretó los labios en un triste mohín igual de elocuente.- Lo sé porque llevas días, semanas encerrada en ti misma, en tu cabeza, en lugar de hablar conmigo ¿Qué sentido tiene eso, si no?- Se echó hacia atrás para apoyarse de nuevo en el respaldo de la silla, presa de un nerviosismo interno e invisible.- Está pasando algo que no sé que es y por eso quieres irte.-
Nataly continuó en silencio porque en realidad no podía hablar. La respiración se le había acelerado tanto y tan deprisa que si no se concentraba en seguir respirando, se desmayaría.
Pero sabía que debía intervenir, decir algo, aunque no supiera bien el qué.
-Tom, no sigas. Escúchame un momento.- Y él lo hizo. Cerró la boca y la miró expectante. Un momento o el resto de su vida si así hubiese podido solucionar las cosas. Nataly se pasó una mano temblorosa por el pelo, los latidos de su corazón sonaban como un potente tambor en sus oídos.- No es lo que… estás pensando. Es mucho más complicado…-
Era mucho peor de lo que él había creído, porque parecía que ni ella misma supiera lo que les estaba pasando.
Se puso en pie, pero no intentó acercarse a ella.
-Lo sé- le dijo.- Si hubiese sido fácil habrías dicho algo pero… has permanecido callada, conteniéndote para no hacerme daño, pero…- guardó silencio un momento, intentando elegir con cuidado las palabras que expresaran sus pensamientos con exactitud y claridad.-… ¿Nunca pensaste que quizás, sólo quizás, yo te entendería?-
Nataly le miró a los ojos. No parecía enfadado y tal vez ella lo habría preferido. Hubiese resultado menos hiriente que le hubiese gritado o hubiese pateado algo, pero esa reacción no era propia de él.
-Porque si esto que tenemos es amor verdadero…- continuó Tom con un dolor palpitando en su voz y hasta en sus gestos.-… yo te entenderé. Aunque eso signifique que tengo que dejar que te vayas.- Dio un paso hacia ella, levantando las manos y bajándolas antes de tocarla como si algo más fuerte se lo impidiera. Sacudió la cabeza, derrotado.- Si quieres irte, lo entenderé. Porque lo único que siempre he tenido claro es que conmigo o sin mí, tú deberías ser feliz.-
Con cada palabra que pronunciaba sentía que su corazón se desangraba más y más hasta vaciarse por completo. Sentía que se estaba traicionando a sí mismo por serle fiel a ella, pero por más que había pensado en ello durante las semanas de atrás, no había encontrado otro modo de ser sincero.
A Nataly le ocurría algo parecido, sólo que al contrario. Intentar hallar una felicidad que sólo había conocido a su lado, en otra parte, era traicionarle a él. ¿Por qué intentaba él, entonces, alejarla y ponérselo fácil? Quizás era una excusa para librarse de ella porque él también notaba que algo iba mal… no, había demasiada tristeza en su rostro. No quería perderla pero estaba dispuesto a ello.


Hasta la próxima buscadores.



miércoles, 18 de junio de 2014

Dublín 1



Hola buscadores,

Bienvenidos a la inauguración de la nueva historia del blog: Dublín.
Antes de compartir la primera parte con vosotros, os diré que, aunque enseguida os daréis cuenta de que conocéis a los protagonistas, debéis recordar que es la primera historia que escribí sobre ellos y sus personalidades no estaban del todo desarrolladas.

Además la escribí en dos días. No lo digo como excusa, sino como dato curioso, Jajajaja.

Aquí esta: Dublín Parte 1.




La persiana cubría la mitad de la ventana cuando ésta comenzó a retumbar en el interior de la habitación. Sonaba como si un huracán furioso se hubiese colado por el angosto y oscuro callejón al que daban a parar todas las ventanas de aquel edificio de apartamentos. Tanta fuerza parecía tener que el chico llegó a pensar que arrancaría la estructura de la ruinosa casa y se perdería para siempre en el espacio.
Sí, Tom lo habría pensado, de no haber sabido qué provocaba esos golpes contra la ventana en realidad. Eran los condenados aéreo deslizadores que por sexta vez en ese mes, cubrían los cielos de Dublín.
El gobierno los usaba para vigilar a sus ciudadanos desde el aire, por su seguridad ¡Desde luego! Pues no había nada que el Gobierno Absoluto hiciera que no fuera por la seguridad de su gente.
Al principio, incluso él se había creído esa excusa y por tanto, ni le molestó ni le inquietó ver esos cacharros voladores sobre su cabeza. Claro que cuando todo había comenzado, los aéreo deslizadores sólo dejaban sus bases una vez cada dos meses, como mucho. Pero sus expediciones a la ciudad habían crecido mucho, en muy poco tiempo. Al parecer, los dublineses estaban cada vez más en peligro, aunque nadie parecía dispuesto a concretar qué era exactamente eso que amenazaba tanto sus vidas.
Pero Tom ya se estaba cansando de que el gobierno vigilara todos sus pasos. ¿Qué esperaban conseguir espiando a la pobre gente de a pie? En su opinión, el gobierno tenía cosas mucho más importantes de las que preocuparse.
Al cabo de unos diez o doce minutos, el rugido comenzó a extinguirse, lo que indicaba que los aéreo deslizadores se alejaban hacia la siguiente zona de la ciudad. El silencio que dejaban tras semejante alboroto era de agradecer, pero Tom siempre se quedaba preguntándose cuánto tardarían en regresar. Aunque no pensó en ello demasiado tiempo esta vez, porque un nuevo sonido le distrajo.
Tres pisos por debajo, la puerta del portal se abrió y se cerró con un golpe sordo, que ascendió por el hueco de la escalera, tan alto y tan estrecho, que era capaz de absorber los sonidos y transmitirlos por todo el edificio.
Tom se giró hacia la puerta con el corazón en un puño. Decidió esperar sentado en la silla que había junto a la ventana, aunque primero la volvió hacia la entrada. Por un instante, acarició la posibilidad de que se tratara de cualquier otro vecino, pero reconoció sus pasos. Subía hacía él pisando los escalones del mismo modo en que caminaba o corría: sin plantar del todo el pie, usando sólo las puntas para avanzar como levitando. Pensó en que nunca la había visto pisar con firmeza.
Abrió la puerta, y se coló por el pequeño hueco que dejó entre ésta y el marco ¿Por qué nunca abría la puerta del todo? La cerró, y sólo entonces alzó una mano para apartarse de los ojos algunos mechones de su pelo rojizo. También traía las mejillas sonrosadas y la respiración acelerada, por lo que Tom dedujo que se había topado con los aéreo deslizadores por el camino.
Levantó la vista al fin y le vio. Le sonrió como siempre, como si nada fuera mal.
-Hola- saludó. Pero él no fue capaz de contestar. Se quedó sentado, procurando no apretar demasiado los puños y la miró. No habría podido apartar sus ojos de ella aunque hubiese querido, pero ella ni lo notó. -¡Menudo jaleo hay montado fuera! He visto a mucha gente con maletas, ya sabes lo que eso significa…- Revoloteaba por la habitación dejando cosas en el rincón que era la cocina, sobre su única mesa, encendiendo y apagando las lamparillas y sin prestar atención a nada, en realidad.- Los aéreo deslizadores han vuelto, bueno tú los habrás oído. He caído como una tonta en uno de esos terribles remolinos de viento que forman en el suelo ¡Y casi salgo volando! Ya sé que siempre me dices que debo fijarme más cuando esos trastos anden cerca pero…-
La tercera o cuarta vez que pasó cerca de donde seguía sentado, se detuvo como si acabara de reparar en él y se acercó para besarle en la mejilla. Tom cerró los ojos sintiendo que le devoraba por dentro una sensación que era desconcertante porque mezclaba a la vez placer y dolor. El olor de Nataly inundó su nariz confundiéndole, atrayéndole a recuerdos lejanos y al mismo tiempo, dejándole indefenso ante ellos. La tentación de olvidar todo lo que había decidido esos días de atrás se volvía tan imperiosa con tan sólo ese breve contacto que se sintió débil ante ella.
Pero le había besado en la mejilla y eso tenía un significado que tampoco podía obviar y que le dolía en lo profundo del alma. Por eso, se quedo quieto. No alzó los brazos para rodearla y eso fue algo que Nataly sí notó.
Se apartó de él unos pasos para mirarle y percibió la seriedad alojada en los oscuros ojos de Tom.
-Conozco tu secreto- anunció él sin poder esperar más. El rostro de Nataly se crispó ligeramente, pero retuvo la sonrisa.
-¿Secreto? ¿Qué secreto?- preguntó.- Yo no tengo secretos. Bueno, ninguno que sea importante.- Pensó que se trataba de una broma o de algún tipo de juego, pero sabía que Tom no era capaz de mantener la seriedad sin que se le escapara una sonrisa en esas situaciones, así que cuando comprobó que su expresión no cambiaba, se preocupó.- ¿Ocurre algo?-
Tom tenía más que pensado lo que diría, pero retrasó esas palabras todo lo posible porque el simple hecho de pensarlas le dolía. No obstante, tenía que decirlas.
-Quieres dejarme ¿verdad?-


Hasta la próxima buscadores ^^