¡Feliz Viernes buscadores!
Antes de que empiece el fin de semana, voy a dejaros un pedacito más de la
historia que nos traemos entre manos.
¿Recordáis?
Sé que en las otras historias solía seguir el mismo orden siempre y era
casi al final cuando os enseñaba alguna foto de la historia a mano, pero... a
veces resulta un poco aburrido seguir siempre el orden, incluso para alguien
tan organizada como yo.
Después de todo, este es mi blog. Supongo que no se nota demasiado porque
hablo poco de mi misma.
Pero en esta nueva etapa, voy a ser un poco menos cuidadosa.
Y por ese mismo motivo, antes de seguir con la historia, voy a expresar mi
pena y dolor infinitos porque nuestra querida selección haya sido eliminada del
mundial sin pasar de la primera ronda :(
Y desde aquí, les mando todo mi apoyo. Porque si estuve con España cuando
nos hicieron campeones de Europa dos veces y del Mundo una, estaré con ellos
también cuando pierden. Y porque somos grandes y siempre lo seremos. Estoy
segura de que pronto volveremos a levantar una copa.
Y ahora sí, aquí va la continuación de la historia: Dublín.
El corazón de Nataly
se detuvo unos instantes por la sorpresa, lo que hizo que tardara demasiado en
reaccionar.
-¿Por qué dices algo
así?-
-¿Y tú por qué no
contestas a mi pregunta?-
Aquello iba en serio,
descubrió Nataly. No era una broma, ni mucho menos.
-No. Claro que no.-
Tom sonrió por lo
bajo sin poder evitarlo. Estaba tan alterado aunque no lo demostrara, que sentía
la imperiosa necesidad de ponerse a saltar, pero sólo se inclinó hacia delante
apoyando los codos sobre las rodillas.
-Tal vez aún no lo
hayas decidido…- empezó a decir al tiempo que levantaba su mirada hacia ella.-…
pero lo has pensado ¿Verdad?- Nataly no respondió, pero apretó los labios en un
triste mohín igual de elocuente.- Lo sé porque llevas días, semanas encerrada
en ti misma, en tu cabeza, en lugar de hablar conmigo ¿Qué sentido tiene eso,
si no?- Se echó hacia atrás para apoyarse de nuevo en el respaldo de la silla,
presa de un nerviosismo interno e invisible.- Está pasando algo que no sé que
es y por eso quieres irte.-
Nataly continuó en
silencio porque en realidad no podía hablar. La respiración se le había
acelerado tanto y tan deprisa que si no se concentraba en seguir respirando, se
desmayaría.
Pero sabía que debía
intervenir, decir algo, aunque no supiera bien el qué.
-Tom, no sigas.
Escúchame un momento.- Y él lo hizo. Cerró la boca y la miró expectante. Un
momento o el resto de su vida si así hubiese podido solucionar las cosas.
Nataly se pasó una mano temblorosa por el pelo, los latidos de su corazón
sonaban como un potente tambor en sus oídos.- No es lo que… estás pensando. Es
mucho más complicado…-
Era mucho peor de lo
que él había creído, porque parecía que ni ella misma supiera lo que les estaba
pasando.
Se puso en pie, pero
no intentó acercarse a ella.
-Lo sé- le dijo.- Si
hubiese sido fácil habrías dicho algo pero… has permanecido callada,
conteniéndote para no hacerme daño, pero…- guardó silencio un momento,
intentando elegir con cuidado las palabras que expresaran sus pensamientos con
exactitud y claridad.-… ¿Nunca pensaste que quizás, sólo quizás, yo te
entendería?-
Nataly le miró a los
ojos. No parecía enfadado y tal vez ella lo habría preferido. Hubiese resultado
menos hiriente que le hubiese gritado o hubiese pateado algo, pero esa reacción
no era propia de él.
-Porque si esto que
tenemos es amor verdadero…- continuó Tom con un dolor palpitando en su voz y
hasta en sus gestos.-… yo te entenderé. Aunque eso signifique que tengo que
dejar que te vayas.- Dio un paso hacia ella, levantando las manos y bajándolas
antes de tocarla como si algo más fuerte se lo impidiera. Sacudió la cabeza,
derrotado.- Si quieres irte, lo entenderé. Porque lo único que siempre he
tenido claro es que conmigo o sin mí, tú deberías ser feliz.-
Con cada palabra que
pronunciaba sentía que su corazón se desangraba más y más hasta vaciarse por
completo. Sentía que se estaba traicionando a sí mismo por serle fiel a ella,
pero por más que había pensado en ello durante las semanas de atrás, no había
encontrado otro modo de ser sincero.
A Nataly le ocurría
algo parecido, sólo que al contrario. Intentar hallar una felicidad que sólo
había conocido a su lado, en otra parte, era traicionarle a él. ¿Por qué
intentaba él, entonces, alejarla y ponérselo fácil? Quizás era una excusa para
librarse de ella porque él también notaba que algo iba mal… no, había demasiada
tristeza en su rostro. No quería perderla pero estaba dispuesto a ello.
Hasta la próxima buscadores.